lunes, febrero 28, 2011

No ha llovido desde entonces…

He pasado de post anual a post cuatrienal… hoy sentada en mi mesa de oficina, en mi despacho, me he acordado de ese viejo blog que yo solía escribir cuando me sentía con tanto que decir y con pocos a los que me apeteciera abrirme… cuando el teclado del ordenador se convertía a cada rato en la vía de escape de mis pensamientos y la creatividad estaba bastante más presente en mi… ¡No ha llovido desde entonces!

He podido leer los dos últimos post y he viajado al pasado… ya no siento esa nostalgia por el pasado sino alegría. Me ha hecho mucha ilusión releer pensamientos y sentimientos pasados y sobre todo compararlos con los actuales. Comparo mi yo de ahora y mi yo de entonces y salvo la sensibilidad extrema que no he conseguido controlar aun poco queda en el 2011 de la persona que era en el 2007. Mi día a día es diferente, la compañía es en gran parte diferente y el entorno es muy diferente, y más lo va a ser.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención es que no escribiera nada en el año que pasé fuera, ni de mi experiencia en Santa Bárbara ni de la de Leicester, Inglaterra. Tal y como predecía antes de irme ese año me sirvió mucho a nivel personal… al estar en otro país con otra cultura y otra gente es sorprendente lo abierta que se vuelve tu mente, te ves a ti misma disfrutando mucho más de todo… desde andar por la calle a ir a hacer la compra o cruzar unas palabras con un desconocido, fue un año maravilloso incluso considerando los momentos malos ya que gracias a ellos pude dar a los buenos el verdadero valor que tenían.

Hoy puedo decir que soy feliz, hace algo más de un año y medio se cruzó en mi camino una persona que creo siempre me estuvo esperando, aunque ninguno de los dos lo supiera… es de esas personas que sabes que están hechas para ti… con las que desde el principio te entiendes a la perfección y a medida que lo vas conociendo va ganando más peso la idea de que estás yendo por el camino adecuado… Hace algo más de un año y medio cambió mi vida, empecé a trabajar en una gran empresa con un gran futuro, viajé a China por primera vez y tuve la oportunidad de conocer una familia extraordinaria que sin saberlo acabaría siendo de algún modo también la mía… gracias a haber aprendido inglés en mi año fuera pude cubrir el puesto que necesitaban en la empresa y gracias a ello pude conocer a Fer, el que hoy es mi alegría… todo pasa por algo en esta vida, cada vez estoy más segura de esto. No todo ha sido un camino de rosas, pero esto era de esperar. El que diga que no discute miente, el que diga que no hay roces, diferencia de opiniones o divergencia en las prioridades también miente. Lo que he aprendido en estos cuatro años es que por lo general tendemos a buscar un ideal que es imposible de alcanzar, tanto desde el punto de vista personal como en el trabajo… en realidad en todo… y si tenemos la vista en un horizonte más lejano nos perdemos el camino que recorremos al tratar de alcanzarlo, nos perdemos el hoy y el ahora. Y es algo que merece la pena disfrutar, abrir la mente y ser conscientes de que cada día es especial y que cada día cuenta. Siempre nos pueden dar más, la gente siempre podrían ser más detallista, más cariñosa, más amable… pero si siempre esperamos que actúen del modo que a nosotros nos gustaría nuestra vida siempre va a ser una gran decepción… siempre vamos a esperar cosas que posiblemente no lleguen en vez de sacar el mayor partido a las que tenemos. Últimamente estoy viendo todo con otra perspectiva. Estoy contenta porque esto no ha sido siempre así en los últimos meses y echando la vista atrás me doy cuenta de que podía haber evitado algunas cosas y haber propiciado otras, pero bueno, dicen que nunca es tarde si la dicha es buena…

He tomado consciencia de la importancia de el poder de mi mente y de que yo soy la dueña de mi persona. Todo nos afecta del modo que nosotros permitimos que lo haga ya que toda situación tiene dos caras, la positiva y la negativa y hasta de las desgracias se puede sacar el lado positivo si uno quiere. Es importantísimo tomar un poco de perspectiva a la hora de analizar las cosas, y mucho más importante ponerte en el lugar del otro, hacer todo con pasión y energía y tener un propósito por el cual hacer las cosas, sino el día a día carece de todo sentido. Por suerte yo tengo un proyecto de futuro, si las cosas no cambian en unos meses mi vida va a dar un cambio muy grande, por primera vez (y espero que última) voy a salir del hogar donde me han criado para empezar a tomar las riendas de mi vida en todos los sentidos y para poder hacerlo es importantísimo tener un trabajo y unas responsabilidades que hacen que todo fluya. Gracias a ser consciente de mi objetivo todo lo que hago en el día a día tiene sentido… me levanto con una sonrisa y tengo ganas de trabajar, ilusión por que las cosas vayan mejor y aunque estoy cansada físicamente no permito que me afecte a la persona, o por lo menos lo intento. Porque la intención es el principio de todo.


"Vemos el mundo no como es, sino como somos"

domingo, septiembre 23, 2007

El silencio de la noche


Casi un año sin escribir y auqí estoy de nuevo…
No puedo evitar mirar hacia atrás y sentir una enorme tristeza, del paso del tiempo, de lo que era y deja de ser, lo que un día lo era todo y ahora no es más que un buen recuerdo o simplemente un recuerdo. Se me empañan los ojos al pensar en lo que vamos dejando atrás. Aún recuerdo el primer día de universidad cuando mi madre me llevó en coche a la Autónoma; me temblaban las piernas y el corazón se me salía del pecho. Estaba muerta de miedo y no sabía a lo que me iba a encontrar. Me daba miedo no hacer amigos, no ser capaz de aprobar las asignaturas o equivocarme de camino… Ahora tengo una carrera, buenos amigos con los que contar y sólo un suspenso en mi expediente…al final si que fui capaz.
Que difícil se me hace asimilar el paso del tiempo, admitir que las etapas pasan y las personas cambian. Me inunda la nostalgia al pensar en los domingos de cole, en los días que nevaba y me quedaba en casa, en las meriendas en el Mc Donald´s los miércoles de cada semana, el verano de trabajo para pagarme el carné, en las mañanas de camino a la autónoma, primero con mi madre y después sola, en las comidas en casa de Luis, en las noches de élite, en los días de manos frías y de segundas, en las mañanas de camino a Torre Picasso y los desayunos en Vips, el curso de contabilidad, el último año de carrera y todo lo que un día ha sido importante y ahora es solo un recuerdo.
Ahora otra etapa se abre ante mi y la verdad, también tengo miedo. Leti se va un año a Bourdeaux y yo primero a Santa Bárbara y después a Lichester. Dejo aquí mi casa, mis cosas, mi familia, mis amigos, mi rutina… me desprendo de lo que ahora soy para ser otra. Siempre seré yo pero con matizaciones y no se por que intuyo que este año me va a cambiar bastante. En parte me va a venir bien ver el mundo, lo que realmente importa y despegarme de mi, aunque no puedo evitar sentir un nudo en el estómago al pensar que me voy a perder las tardes de invierno, de chimenea y manta sentada en el sofá al lado de mi madre viendo la televisión. Las comidas de los domingos en la bodega, mi cama y mi edredón y todo lo que es mi vida invernal con los míos en Madrid. Pensar que voy a cambiar todo esto por estar sola en una ciudad desconocida, con gente desconocida y en una casa desconocida me da un poco de miedo, inquietud. Nuevos cambios, nuevas etapas, nuevos retos que llevo tiempo intentando lograr y soy incapaz de hacerlo.
Tengo ganas de hacerme fuerte, de no ser la niña sensible a la que se le empañan los ojos a la primera de cambio, a la que todo le afecta y la cuesta aceptar la realidad, aceptarse a si misma y no mirar atrás. Me gustaría poder dejar de esperar cosas de la gente para sorprenderme con los detalles y no decepcionarme con su ausencia y sobre todo me gustaría dejar de ser tan exigente con mi madre a la que adoro, quizá por ello reclamo tanto su atención y acuso tanto la ausencia de ella.
Una noche más despierta desde las 4 de la mañana. María ya abre su puerta para irse a trabajar, Katy recoge algunos platos de la cocina y a mi me ha sorprendido el amanecer con el ordenador entre las manos y las mejillas húmedas. Todo apunta a que va a ser un día sensible. Quizá esta noche duerma.

miércoles, octubre 18, 2006

Lluvia


Mira el reloj y la aguja parece estar en la misma posición que hace dos horas, eso le parecía tras haberlo mirado cinco veces en el último minuto. Espera sin saber el qué, pues eso es la que siempre había hecho, esperar mientras los trenes, los coches, la gente, el tiempo… pasaba de largo. Empieza a llover y ella ni se inmuta, las primeras gotas otoñales empiezan a deslizarse por su ropa, sin que mueva ni un solo músculo de su cuerpo, con la mirada fija al frente, perdida, vacía, o llena de nada. Empieza a llover a cada minuto con mayor intensidad, todos se refugian bajo los portales, las paradas de autobús están abarrotadas y únicamente un hombre de traje se aventura a cruzar la calle bajo esa manta de agua, seguramente para no llegar tarde a alguna reunión o compromiso de trabajo; quizá un directivo de alguna empresa importante, quién sabe… El agua se empieza a acumular en las aceras, charcos enormes cubren la calzada, y la lluvia sigue deslizándose sobre todo su cuerpo ahora mojado. Siente como el agua pasa a través de su pelo y recorre su cabeza deslizándose finalmente por su nuca y adentrándose en su cuerpo, el agua del suelo empieza a mojar el bajo de sus pantalones que casi están chorreando a partir de la rodilla, con todo, ella permanece inmóvil, como si estuviera fuera de sí, como si no sintiera nada, pues había ido dejando pasar todo su vida de largo y ahora estaba vacía. Estaba ahí parada cuando dejó de sentir el agua caer sobre sí, con la misma mirada perdida giró lentamente la cabeza hasta que su mirada encontró unos ojos oscuros y rasgados;
-“te estas mojando” dijo él mientras la cubría con su paraguas
-Lo sé, pero no lo siento, contesto ella

Él la invitó entonces a tomar algo caliente a una cafetería que había a 100 metros, aunque estaba abarrotada se lograron hacer un hueco entre la gente con la buena suerte de encontrar una mesa al fondo, junto a la ventana y antes de llegar al baño.
Ella pidió un cortado, él un chocolate caliente y ambos compartieron un bizcocho de zanahoria con almendras cubierto de chocolate blanco, estaba delicioso. El aspecto de ella era el de alguien que no sentía ningún amor por sí mismo, con un jersey ancho con un agujero en la manga y pantalones vaqueros viejos, todo mojado. Él tenía mucha mejor presencia, pantalones vaqueros y un jersey moderno, con una americana beige encima y unas deportivas sencillas pero vistosas, formaban una pareja totalmente atípica, pero eso no les impidió permanecer toda la tarde en ese rincón hablando sobre temas que nada tenían que ver con sus vidas pero si con sus opiniones, ambos muy críticos con las ideas del otro pero con un toque de ironía que hacia mágica la conversación. Son esos momentos en los que uno no entiende porqué le está pasando algo, el sentido de una situación, pero simplemente se deja llevar a ver dónde te lleva el destino.
Sobre las once los camareros empezaron a recoger, uno de ellos se acercó a la mesa con la cuenta y la dejó en la esquina aprovechando el paseo para recoger los últimos platos de la mesa de al lado. Invitó él. Ella se lo agradeció levantándose lentamente para iniciar su marcha hacia la calle, donde hace tres horas no conseguía sentir la llovía caer sobre su cuerpo y ahora una explosión de sensaciones se sobrecogían en su interior,
-“gracias por el café y la tarta” dijo ella, el sonrió y la besó.

Es curioso como, a veces, la conducta de uno se aleja de lo que se espera para sorprendernos, quedando en nuestras manos la dirección que dar a ese nuevo camino, a esa nueva puerta que se entorna ante nosotros (que no abre) ya que no conseguimos ver a priori lo que hay detrás. Cada uno debe luchar por su propio destino y hacer por que las cosas sucedan, no esperar inmóvil a que el destino venga a por ti, no dejar que los coches, los trenes, la gente, pasen de largo y agarrarlos antes de soltarlos…que es lo que a menudo hacemos y particularmente hago; soltar sin antes haber agarrado…

El final queda a libre interpretación, ya que seguramente el mío diste del tuyo que lo lees y del de él que ve todo de forma más real, dista incluso más del de el otro que es un apasionado de los finales trágicos, de lo dañino donde dolor acaba siendo el protagonista y seguramente diste del de ella, que pasó de no sentir nada a sentirlo todo.

Ahora es momento de imaginar, de ponerse verdaderamente en ambos papeles y elaborar tu propio final...

martes, septiembre 19, 2006

Apúntalo en mi cuenta


A medida que avanza el día los parpados pesan más y la fuerza se nos escapa de las manos y es que mucho de nosotros mismos se queda en el Madrid del siglo XXI, un Madrid que para las generaciones venideras será en periodo de tiempo en la historia, pero que para nosotros es un todo, son vivencias, nuevas experiencias, ilusiones, volver a sentir esa inquietud interior aunque sólo sea por sentir, sentirse vivo, joven y atrevido... salirse del camino marcado y ver lo que pueda venir, arriesgarse, ya que al fin y al cabo la vida es de lo que se arriesgan.
Una vez más el tiempo... ese arma de doble filo, para algunos puede llegar a ser su peor enemigo, para los que cada minuto pesa y cada segundo parece pasar más despacio; 55, 56... y en 4 segundos vuelta a empezar, un minuto más. Para otros, los más afortunados entre los que por suerte me incluyo el tiempo vuela, pasa de largo sin esperar por nadie, haciendo notar que cada día sin provecho que dejas pasar es un día perdido, lo que nos incita a tratar de hacer que cada día cuente, o por lo menos que tenga algo de especial... desde un mensaje por la mañana que te hace empezar con una sonrisa el día, hasta un bombón de chocolate a media mañana que hace que el minuto que dura en tu boca saboreando su dulzura haga que las horas fotocopiando o delante del ordenador hayan merecido la pena.
Hace no mucho alguien me decía que de todos los momentos dificiles hay que sacar la parte positiva, cosa que parece dificil de apreciar, pero cuando coges un poco de perspectiva te das cuenta del relativismo de las cosas y que al final nada es tan malo como parece, todo depende de lo implicados que estemos y lo en serio que nos tomemos las cosas. Al fin y al cabo la lágrima se seca en su descenso por la mejilla, al llegar al cuello o al caer sobre las sábanas de la cama, en unos segundos es historia ¿y lo que cuesta retenerla para que no se escape? desde luego no merece la pena, tanto esfuerzo para tan poco.
El futuro pinta mucho más prometedor de lo que en principio parecía... y es que no es bueno esperar, intuir o anticipar, al final lo único que te proporciona son agobios gratuitos y más vueltas en la cama de las necesarias. Quizá lo más inteligente es no planificar el futuro ya que lo estipulado se aleja de lo real y todo cae por su propio peso. Sería perfecto poder vivir el día a día como si el resto de días no contaran, como si lo que hagas hoy no fuera a tener más repercusiones de las indicadas mañana, como si fueramos capaces de dejar nuestra vergüenza colgaba en el armario de ese hotel de carretera y correr y dejarnos llevar...
Así es como me siento ahora, con ganas de correr...

lunes, agosto 21, 2006

Azul grisáceo

Como un navío que pasa de largo una costa cualquiera en busca de su destino, así han desfilado los días por la pasarela del humo y de las cenizas, por unas tierras gallegas que suponen más de lo que a simple vista aparentan; “el buen dormir y el mejor comer”. Una infancia e infinidad de recuerdos rodeada de aquellos que están y que no están, de el merengue y los bocadillos de paté a la empañada y el queso de tetilla, de la concheira a los friles, de la ladeirea a la barbeira, de la infancia a la adolescencia y a todo lo que da sentido a un verano más lleno que vacío, con menos que decir y más que disfrutar. Quizá los días y las noches hayan pasado del gris casi negro al gris o gris claro, ya que al fin y al cabo una noche siempre es oscura, con sombras, en ello se esconde en parte su gracia y diversión.
Un año después todo es igual pero distinto, infinitamente más fluido y agradable también más atrevido aunque discreto, dejando la tinta en el tintero para lo que pueda venir. Así tenía que ser, o al menos así quise que fuera.
Es ahora cuando me planteo el sentido o mejor dicho, la carencia de él de mi impaciencia, de el no poder estar quieta y el creer equivocadamente que el tiempo tiene que estar debidamente dosificado para no cansarnos, siendo lo habitual, nuestro día a día, lo que no nos cansa, pero es solo porque estamos acostumbrados a ello y la rutina nos parece la forma natural de ver pasar fugaces y efímeros los días. Cada ver adquiere un mayor sentido el día, el tiempo, nos acercamos a gran velocidad a un horizonte de cambio, de tomar decisiones y de que se distancien mucho los caminos que ahora siguen paralelos. Decisiones muy trascendentales que darán direcciones muy distintas a nuestras vidas en función de lo que elijamos, una decisión acertada y algunas más erróneas que habrá que sopesar y elegir, sin la posibilidad de saber si ha sido el camino adecuado ni lo que has dejado atrás. Al fin y al cabo eso es la vida y lo que nos va definiendo como personas, una toma continua de decisiones, sobre la amistad, el amor, el trabajo, los estudios, lo que nos conviene, lo que nos interesa y en muchas ocasiones, siendo éstas las decisiones más difíciles e incluso dolorosas, lo que nos deja de interesar. Es cierto que la sensación de decepción cuando esperas más de alguien de lo que en realidad es, o crees conocer a alguien para darte cuenta que no es así, es una de las peores vivencias que tenemos que pasar, hablando a nivel sentimental y dejando de lado las enfermedades y demás temas inevitables como la muerte.
Aunque es cierto que, a medida que pasa el tiempo, la vida nos va dando palos que nos hacen madurar a la fuerza y hacernos más fuertes y menos ingenuos, intentando superar las etapas de idealismo por las de realismo y las de esperanza por las de realidad, aunque seguramente (estoy segura de ello) volvamos a tropezar.
En diez días de vuelta al tiempo cedido, al no poder dormir siesta y al traje que aún espera arrugado en el armario, arrugas que cada vez parecen pesar más. De nuevo sándwiches espesos y a penas ver la luz del día, esperar impaciente a que lleguen las siete, o enero ya puestos a esperar… Seguramente volver a recordar aunque sea de pasada momentos que ya acumulan mucho polvo en el trastero, pero que al pasar por un vips prácticamente desconocido sean inevitable recordar, ya que la torre blanca y su entornos ya ha dejado una huella en algunos de nosotros, siempre será nuestro primer contacto con el mundo laboral, nuestras primeras experiencias en muchos aspectos aunque no últimas en otros y es que deloitte, el starbuks de Orense, macarena!, el club del sándwich… forman parte de un todo que en unos años recordaremos con especial cariño, aunque ahora pinte algo negro.

domingo, julio 30, 2006

Solsticio


Es curioso, es en los momentos en los que menos acceso tienes a un teclado cuando te sientes más capaz y con mayor fluidez mental para expresar todo lo que pasa por tu mente, en esos momentos, desearías tener el ordenador delante y la rapidez necesaria para poder escribir todo aquello que pasa por tu mente exactamente como lo estas pensando, al menos eso me pasa a mi en algunas ocasiones, cuando la música, el entorno o algún otro estimulante me aporta la inspiración precisa para percibir y describir situaciones que en ocasiones se nos escapan de las manos. Y no solo situaciones, sino también sentimientos, la explicación al amor y al desamor, cómo simplemente a raíz de pensamientos y fantasías es capaz de erizarse hasta el último pelo de nuestro cuerpo y somos capaces de sentir frió aunque estemos rodeados de calor. Sentimientos, al fin y al cabo es por ellos por los que nos movemos. Cualquier gesto hacia el otro tiene como soporte un sentimiento, de apatía, amistada, rechazo, atracción. Aunque actuamos de forma inconsciente nuestros actos son capaces de expresar mucho mas de lo que creemos; en parte, todos somos algo transparentes ante unos ojos que sepan ver. Pues de eso se trata, de vernos los unos a los otros y a raíz de lo observado decidir si te gusta, si te merece la pena esa persona, esa amistas, o por el contrario la balanza se cae por su propio peso.
Lo triste llega con la equivocación, es un riesgo muy común al que estamos expuestos, cuando crees tener una idea de cómo es alguien para luego descubrir que no es así, que la cara que conocías era la cara oculta de una persona que pocas veces se atreve a mostrar, y que si tienes la suerte, o falta de ella de conocerla inevitablemente llegará la decepción, la asimilación y la distancia. Vacío y desorientación, eso siento yo cuando creo conocer bien a una persona para descubrir que no es verdad, que los momentos de complicidad y las miradas que hacían las palabras innecesarias eran provocadas inconsciente e ingenuamente por una o ambas partes y que ese ideal que creías conocer era demasiado perfecto para ser real. Aunque el hecho de que se desenvolviera en un aparente realismo sincero y poco habitual lo hace aún mas patético.
Ayer paseando por tierras andaluzas con música que parecía decir más de lo que en un principio expresaba y en un final carecía, podía disfrutar de esos momentos en los que no deseas estar en ningún otro sitio ni con ninguna compañía, sólo tu, la música y el sol que cada segundo se acercaba más al horizonte, teñía de añil todas las casas blancas de pueblo, primero desde las alturas, iluminándolas y aportándolas ese color cálido, templado, acercándose lentamente a ellas ganando terreno al azul rojizo que todavía separaba el horizonte de la estrella que lo acechaba a gran velocidad; yo desde un camino de tierra, lejos, no podía para de mirar, no quería retirar ni un solo segundo la mirada para no perder cada milímetro que ganaba, era como un imán, en seguida te cuesta apreciar con facilidad si sigues viendo la totalidad de la esfera o parte de ella se esconde detrás de esas montañas que delimitan el horizonte. Lenta pero ininterrumpidamente se empieza a deslizar, perdiendo terreno los colores rojizos y ocres y ganándolo el azul grisáceo del atardecer. Al fin, los últimos segundos, cuando sabes que en unos instantes desaparecerá por completo, justo en ese momento, cuando una lámina finísima es lo que queda del sol de un día más, otro día que se nos escapa de las manos casi sin darnos cuenta. Es entonces cuando vuelve ese gran dilema, “el tiempo” responsable de muchas comeduras de cabeza y de muchas teorías sin asentar, nuestro aliado y nuestro enemigo, el que hace que la vida tenga sentido y el que nos la va quitando. Recuerdo también ese atardecer en el punto más alto de Verona, donde la explosión de colores, el magnetismo y magia del entorno, la compañía, inmortalizaron un momento imposible de olvidar aunque quisiera. También París, una ciudad mágica sin duda y pronto los de Baiona, Zahara, y quién sabe…

miércoles, julio 05, 2006

Música electrónica.

Es curioso ese momento en el que abstraído de la realidad tienes una sensibilidad extrema para apreciar cosas que en condiciones normales seguramente no percibieras, y para analizar situaciones que quizá uno no llegue a imaginar pero se alegra de descubrir. Son esos momentos en los que te gustaría ver redactado todo aquello que estas pensando, con las palabras que utilizas y la entonación precisa, teniendo la esperanza de conseguir trasmitir justamente lo que estas pensando, poner al otro en situación y que sea capaz de experimentar las sensaciones que estas teniendo simplemente al pensar.

Un exceso de poca cosa y una sensación de caos, la consciencia de lo irracional y el ver como todo lo que te rodea se armoniza y forma parte de lo irreal. La música, la guitarra del tio de pelo largo, el actuar en el escenario, o actuar en la vida para subirte a un escenario y ser tu. Dejarte ver tal y como eres, como nadie se esperaba y dejando mucho que envidiar, luego, el de la armónica, complementando con la sinfonía justa, aportando la nota de color. También la camarera y el chico del final de la barra la barra, el flirteo con las miradas y la sonrisa tímida pero traviesa que los dos saben interpretar. De nuevo la música y la copa a la mitad. Ligeramente apoyada en la barra, empiezo a divagar. ¿Cómo una o varias personas son capaces de comunicarse y crear “música”? ¿cómo conseguir que el otro entienda justo lo que quieres trasmitir y encontrar el ritmo que mejor le va, que va a gustar más o que es más afín es a ti?, ¿Cómo dar forma al proyecto de una canción? Cuando a la vista del resultado parece que sólo se podía haber creado así… que esa pieza estaba destinada a ser compuesta exactamente como lo está, ya que en si es mágica.

En esos momentos me encantaría ser como Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York, capaz de describir situaciones de la vida cotidiana que vistas desde distintas perspectivas conforman una misma realidad, cuando eres capaz de analizar fríamente determinadas situaciones y llegar al final de asuntos, que por nosotros mismos y debido al velo de la ignorancia no conseguimos diagnosticar… ¿Por qué buscar la perfección, cuando la perfección en si misma es monótona y aburrida? Yo apuesto por lo divertido y dicharachero, por lo arriesgado, por lo que te hace vibrar y sentir que la vida en si misma tiene un sentido, que tenemos placeres que explotar y oportunidades de disfrutar, todo es cuestión de cómo te lo plantees.

¿Es la prudencia una alternativa a la espontaneidad? O es la prudencia en si misma una limitación para quienes por miedo a descubrir que les gusta aquello de lo que sin conocer se privan, rechazan descubrir determinados placeres de la vida y se ciñen a lo que a su juicio es socialmente correcto.

¿De verdad conocemos a aquellos que creemos conocer, o simplemente es una visión poco real de una persona que se presenta ante tus ojos interpretando el papel que quiere protagonizar? Con el tiempo todos nos vamos conociendo y somos capaces de predecir reacciones del otro antes incluso de plantear la contingencia, simplemente le hace a uno gracias (por decirlo de alguna manera) ver que las cosas pasan como sabía que iban a pasar y la rabia de no tener el carácter preciso para manifestar lo que piensas al identificar la excusa o mentira y después validar la hipótesis. Sobre todo cuando la mentira, en si misma, no tiene justificación. Pero que le vamos ha hacer si son así y no los podemos cambiar, y dudo que quieran. Sólo te queda el choque entre la decepción y la gratificación de haber acertado. Choque que lleva un tiempo canalizar, sumado a que en muchos casos no queremos hacerlo.