Azul grisáceo
Como un navío que pasa de largo una costa cualquiera en busca de su destino, así han desfilado los días por la pasarela del humo y de las cenizas, por unas tierras gallegas que suponen más de lo que a simple vista aparentan; “el buen dormir y el mejor comer”. Una infancia e infinidad de recuerdos rodeada de aquellos que están y que no están, de el merengue y los bocadillos de paté a la empañada y el queso de tetilla, de la concheira a los friles, de la ladeirea a la barbeira, de la infancia a la adolescencia y a todo lo que da sentido a un verano más lleno que vacío, con menos que decir y más que disfrutar. Quizá los días y las noches hayan pasado del gris casi negro al gris o gris claro, ya que al fin y al cabo una noche siempre es oscura, con sombras, en ello se esconde en parte su gracia y diversión.Un año después todo es igual pero distinto, infinitamente más fluido y agradable también más atrevido aunque discreto, dejando la tinta en el tintero para lo que pueda venir. Así tenía que ser, o al menos así quise que fuera.
Es ahora cuando me planteo el sentido o mejor dicho, la carencia de él de mi impaciencia, de el no poder estar quieta y el creer equivocadamente que el tiempo tiene que estar debidamente dosificado para no cansarnos, siendo lo habitual, nuestro día a día, lo que no nos cansa, pero es solo porque estamos acostumbrados a ello y la rutina nos parece la forma natural de ver pasar fugaces y efímeros los días. Cada ver adquiere un mayor sentido el día, el tiempo, nos acercamos a gran velocidad a un horizonte de cambio, de tomar decisiones y de que se distancien mucho los caminos que ahora siguen paralelos. Decisiones muy trascendentales que darán direcciones muy distintas a nuestras vidas en función de lo que elijamos, una decisión acertada y algunas más erróneas que habrá que sopesar y elegir, sin la posibilidad de saber si ha sido el camino adecuado ni lo que has dejado atrás. Al fin y al cabo eso es la vida y lo que nos va definiendo como personas, una toma continua de decisiones, sobre la amistad, el amor, el trabajo, los estudios, lo que nos conviene, lo que nos interesa y en muchas ocasiones, siendo éstas las decisiones más difíciles e incluso dolorosas, lo que nos deja de interesar. Es cierto que la sensación de decepción cuando esperas más de alguien de lo que en realidad es, o crees conocer a alguien para darte cuenta que no es así, es una de las peores vivencias que tenemos que pasar, hablando a nivel sentimental y dejando de lado las enfermedades y demás temas inevitables como la muerte.
Aunque es cierto que, a medida que pasa el tiempo, la vida nos va dando palos que nos hacen madurar a la fuerza y hacernos más fuertes y menos ingenuos, intentando superar las etapas de idealismo por las de realismo y las de esperanza por las de realidad, aunque seguramente (estoy segura de ello) volvamos a tropezar.
En diez días de vuelta al tiempo cedido, al no poder dormir siesta y al traje que aún espera arrugado en el armario, arrugas que cada vez parecen pesar más. De nuevo sándwiches espesos y a penas ver la luz del día, esperar impaciente a que lleguen las siete, o enero ya puestos a esperar… Seguramente volver a recordar aunque sea de pasada momentos que ya acumulan mucho polvo en el trastero, pero que al pasar por un vips prácticamente desconocido sean inevitable recordar, ya que la torre blanca y su entornos ya ha dejado una huella en algunos de nosotros, siempre será nuestro primer contacto con el mundo laboral, nuestras primeras experiencias en muchos aspectos aunque no últimas en otros y es que deloitte, el starbuks de Orense, macarena!, el club del sándwich… forman parte de un todo que en unos años recordaremos con especial cariño, aunque ahora pinte algo negro.

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