Música electrónica.
Es curioso ese momento en el que abstraído de la realidad tienes una sensibilidad extrema para apreciar cosas que en condiciones normales seguramente no percibieras, y para analizar situaciones que quizá uno no llegue a imaginar pero se alegra de descubrir. Son esos momentos en los que te gustaría ver redactado todo aquello que estas pensando, con las palabras que utilizas y la entonación precisa, teniendo la esperanza de conseguir trasmitir justamente lo que estas pensando, poner al otro en situación y que sea capaz de experimentar las sensaciones que estas teniendo simplemente al pensar.
Un exceso de poca cosa y una sensación de caos, la consciencia de lo irracional y el ver como todo lo que te rodea se armoniza y forma parte de lo irreal. La música, la guitarra del tio de pelo largo, el actuar en el escenario, o actuar en la vida para subirte a un escenario y ser tu. Dejarte ver tal y como eres, como nadie se esperaba y dejando mucho que envidiar, luego, el de la armónica, complementando con la sinfonía justa, aportando la nota de color. También la camarera y el chico del final de la barra la barra, el flirteo con las miradas y la sonrisa tímida pero traviesa que los dos saben interpretar. De nuevo la música y la copa a la mitad. Ligeramente apoyada en la barra, empiezo a divagar. ¿Cómo una o varias personas son capaces de comunicarse y crear “música”? ¿cómo conseguir que el otro entienda justo lo que quieres trasmitir y encontrar el ritmo que mejor le va, que va a gustar más o que es más afín es a ti?, ¿Cómo dar forma al proyecto de una canción? Cuando a la vista del resultado parece que sólo se podía haber creado así… que esa pieza estaba destinada a ser compuesta exactamente como lo está, ya que en si es mágica.
En esos momentos me encantaría ser como Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York, capaz de describir situaciones de la vida cotidiana que vistas desde distintas perspectivas conforman una misma realidad, cuando eres capaz de analizar fríamente determinadas situaciones y llegar al final de asuntos, que por nosotros mismos y debido al velo de la ignorancia no conseguimos diagnosticar… ¿Por qué buscar la perfección, cuando la perfección en si misma es monótona y aburrida? Yo apuesto por lo divertido y dicharachero, por lo arriesgado, por lo que te hace vibrar y sentir que la vida en si misma tiene un sentido, que tenemos placeres que explotar y oportunidades de disfrutar, todo es cuestión de cómo te lo plantees.
¿Es la prudencia una alternativa a la espontaneidad? O es la prudencia en si misma una limitación para quienes por miedo a descubrir que les gusta aquello de lo que sin conocer se privan, rechazan descubrir determinados placeres de la vida y se ciñen a lo que a su juicio es socialmente correcto.
¿De verdad conocemos a aquellos que creemos conocer, o simplemente es una visión poco real de una persona que se presenta ante tus ojos interpretando el papel que quiere protagonizar? Con el tiempo todos nos vamos conociendo y somos capaces de predecir reacciones del otro antes incluso de plantear la contingencia, simplemente le hace a uno gracias (por decirlo de alguna manera) ver que las cosas pasan como sabía que iban a pasar y la rabia de no tener el carácter preciso para manifestar lo que piensas al identificar la excusa o mentira y después validar la hipótesis. Sobre todo cuando la mentira, en si misma, no tiene justificación. Pero que le vamos ha hacer si son así y no los podemos cambiar, y dudo que quieran. Sólo te queda el choque entre la decepción y la gratificación de haber acertado. Choque que lleva un tiempo canalizar, sumado a que en muchos casos no queremos hacerlo.
Un exceso de poca cosa y una sensación de caos, la consciencia de lo irracional y el ver como todo lo que te rodea se armoniza y forma parte de lo irreal. La música, la guitarra del tio de pelo largo, el actuar en el escenario, o actuar en la vida para subirte a un escenario y ser tu. Dejarte ver tal y como eres, como nadie se esperaba y dejando mucho que envidiar, luego, el de la armónica, complementando con la sinfonía justa, aportando la nota de color. También la camarera y el chico del final de la barra la barra, el flirteo con las miradas y la sonrisa tímida pero traviesa que los dos saben interpretar. De nuevo la música y la copa a la mitad. Ligeramente apoyada en la barra, empiezo a divagar. ¿Cómo una o varias personas son capaces de comunicarse y crear “música”? ¿cómo conseguir que el otro entienda justo lo que quieres trasmitir y encontrar el ritmo que mejor le va, que va a gustar más o que es más afín es a ti?, ¿Cómo dar forma al proyecto de una canción? Cuando a la vista del resultado parece que sólo se podía haber creado así… que esa pieza estaba destinada a ser compuesta exactamente como lo está, ya que en si es mágica.
En esos momentos me encantaría ser como Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York, capaz de describir situaciones de la vida cotidiana que vistas desde distintas perspectivas conforman una misma realidad, cuando eres capaz de analizar fríamente determinadas situaciones y llegar al final de asuntos, que por nosotros mismos y debido al velo de la ignorancia no conseguimos diagnosticar… ¿Por qué buscar la perfección, cuando la perfección en si misma es monótona y aburrida? Yo apuesto por lo divertido y dicharachero, por lo arriesgado, por lo que te hace vibrar y sentir que la vida en si misma tiene un sentido, que tenemos placeres que explotar y oportunidades de disfrutar, todo es cuestión de cómo te lo plantees.
¿Es la prudencia una alternativa a la espontaneidad? O es la prudencia en si misma una limitación para quienes por miedo a descubrir que les gusta aquello de lo que sin conocer se privan, rechazan descubrir determinados placeres de la vida y se ciñen a lo que a su juicio es socialmente correcto.
¿De verdad conocemos a aquellos que creemos conocer, o simplemente es una visión poco real de una persona que se presenta ante tus ojos interpretando el papel que quiere protagonizar? Con el tiempo todos nos vamos conociendo y somos capaces de predecir reacciones del otro antes incluso de plantear la contingencia, simplemente le hace a uno gracias (por decirlo de alguna manera) ver que las cosas pasan como sabía que iban a pasar y la rabia de no tener el carácter preciso para manifestar lo que piensas al identificar la excusa o mentira y después validar la hipótesis. Sobre todo cuando la mentira, en si misma, no tiene justificación. Pero que le vamos ha hacer si son así y no los podemos cambiar, y dudo que quieran. Sólo te queda el choque entre la decepción y la gratificación de haber acertado. Choque que lleva un tiempo canalizar, sumado a que en muchos casos no queremos hacerlo.

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