martes, septiembre 19, 2006

Apúntalo en mi cuenta


A medida que avanza el día los parpados pesan más y la fuerza se nos escapa de las manos y es que mucho de nosotros mismos se queda en el Madrid del siglo XXI, un Madrid que para las generaciones venideras será en periodo de tiempo en la historia, pero que para nosotros es un todo, son vivencias, nuevas experiencias, ilusiones, volver a sentir esa inquietud interior aunque sólo sea por sentir, sentirse vivo, joven y atrevido... salirse del camino marcado y ver lo que pueda venir, arriesgarse, ya que al fin y al cabo la vida es de lo que se arriesgan.
Una vez más el tiempo... ese arma de doble filo, para algunos puede llegar a ser su peor enemigo, para los que cada minuto pesa y cada segundo parece pasar más despacio; 55, 56... y en 4 segundos vuelta a empezar, un minuto más. Para otros, los más afortunados entre los que por suerte me incluyo el tiempo vuela, pasa de largo sin esperar por nadie, haciendo notar que cada día sin provecho que dejas pasar es un día perdido, lo que nos incita a tratar de hacer que cada día cuente, o por lo menos que tenga algo de especial... desde un mensaje por la mañana que te hace empezar con una sonrisa el día, hasta un bombón de chocolate a media mañana que hace que el minuto que dura en tu boca saboreando su dulzura haga que las horas fotocopiando o delante del ordenador hayan merecido la pena.
Hace no mucho alguien me decía que de todos los momentos dificiles hay que sacar la parte positiva, cosa que parece dificil de apreciar, pero cuando coges un poco de perspectiva te das cuenta del relativismo de las cosas y que al final nada es tan malo como parece, todo depende de lo implicados que estemos y lo en serio que nos tomemos las cosas. Al fin y al cabo la lágrima se seca en su descenso por la mejilla, al llegar al cuello o al caer sobre las sábanas de la cama, en unos segundos es historia ¿y lo que cuesta retenerla para que no se escape? desde luego no merece la pena, tanto esfuerzo para tan poco.
El futuro pinta mucho más prometedor de lo que en principio parecía... y es que no es bueno esperar, intuir o anticipar, al final lo único que te proporciona son agobios gratuitos y más vueltas en la cama de las necesarias. Quizá lo más inteligente es no planificar el futuro ya que lo estipulado se aleja de lo real y todo cae por su propio peso. Sería perfecto poder vivir el día a día como si el resto de días no contaran, como si lo que hagas hoy no fuera a tener más repercusiones de las indicadas mañana, como si fueramos capaces de dejar nuestra vergüenza colgaba en el armario de ese hotel de carretera y correr y dejarnos llevar...
Así es como me siento ahora, con ganas de correr...