viernes, abril 28, 2006

vuelta al punto de partida

Último día en la Torre blanca, compañera y complice estos últimos cuatro meses. En ella se quedan los momentos de agobio y de no hacer nada, las nuevas amistades y las que ya tenía, horas de pensar, de escuchar música, de hablar, de tomar cafés y cola-cao, navegar por internet, escribir... días soleados y lluviosos, sandwiches caseros y frapiccinos en el sturbucks de orense... hoy se quedan atrás el traje, la corbata, los zapatos de tacón, el cercanías, la planta 34 y la 37, el ordenador de trabajo y la tarjeta magnética. Se queda atrás todo aquello que empezó en enero para volver al punto de partida, cambio las memorias timbradas por los folios blancos, los bolis sobre la mesa y la cafetería de la Autónoma.
Se acabó el ceder mi tiempo para hacerme dueña de él, de nuevo las clases, la comida de casa y las siestas...en un tiempo de vuelta a la 24 horas y no se a que más, a las caras de la gente de clase y de los profesores, el crujido de la tripa al rededor de las dos y el parking de la UAM.

jueves, abril 20, 2006

ERAS DE...

Pienso, eso es lo que suelo hacer cuando estoy sola, cuando distintos temas rondan mi cabeza y les voy buscando soluciones o explicaciones hablando conmigo misma... Pienso en los últimos tiempos, en el pasado y en el futuro y estoy contenta, contenta de estar así, agusto conmigomisma, con la tranquilidad interior que siente uno cuando cree haber hecho algo correcto o no haber hecho algo incorrecto.
Ahora me veo a mi, lo que soy y lo que significo. Veo la convergencia entre lo que habría querido ser si me hubieran preguntado y lo que soy y en el fondo me enorgullece.
Venia en el coche, después de pasar una buena noche rodeada de gente agradable y distintos momentos se superponían en mi mente, de todos ellos sacaba algo positivo, algo que reforzaba el sentimiento de tranquilidad, por tratar de facilitar siempre todo, por no desear nada malo a nadie y poder ayudar en aquello que está al alcance de mi mano, por no permitir que se cumpla una injusticia en un vagón del metro y por tener 20 años y subir a la planta 34 de Torre Picasso cada mañana a trabajar, formarme, o convalidar unos créditos... Alegria por poder analizar determinados momentos y sacarlos todo su jugo, por ser capaz de disfrutar conscientemente de las últimas palabras de un relato, del ultimo rayo de sol que se pone en el horizonte, de un olor a bollo recien hecho en el intercambiador de Alonso Martinez y de las frases cargadas de sentido y razón que dice Raquel, frases que en ocasiones intento retener aunque lo importante es su esencia, no la forma en que está redactada ya que el fondo sigue siendo el mismo.
Estoy tranquila por mi comportamiento con mis amigos, por lo que les he dado y les he recibido, por todas las cosas que pienso de ellos aunque no lo sepan y por intentar tener detalles tontos con ellos que aunque aisladamente no digan nada,en conjunto me forman a mi. Estoy tranquila, porque no tengo explicaciones sin explicación que dar, porque no tengo cosas que ocultar, no engaño a nadie porque no se entere de algo mio, ni dejo tirada a una amiga en un momento, si no importante, significativo.
Pienso, y se me ocurren muchas más cosas que expresar, que plasmar sobre el teclado para poder volver sobre ellas en un tiempo y ver si hay o no diferencia en los pensamientos, pero serían tantas cosas que dudo si sería capaz de expresarlas de tal forma que tengan sentido o al menos una conexión unas con otras.
Trato de justificar siempre al otro en vez de analizar su conducta y definirle, definirme a mi y definir al otro, no me limito a lo que veo, sino que modifico la realidad a mi antojo, inconscientemente, para dar sentido a sentimientos que no son reales, ya que la situación no es real, sino una utopía, algo imaginario que he idealizado en mi mente y no se ajusta con la realidad, pero si con la mia. Luego, cuando se enfrian las ideas y puedes ver todo un poco más claro, por suerte, aunque tarde, puedes apreciar tu error e intentar no volver a cometerlo, aunque inevitablemente, lo cometerás.
No preocuparse tanto por lo que piense el otro, para preocuparte sobre lo que piensas tu de él. Es en ese preciso momento cuando todo cae por su propio peso y llega la decepción y de forma colateral el enfado y ese sentimiento de caos que ahora siento muy lejano a mi.
Pienso en el paso del tiempo, en lo que eramos y sólo nosotos sentíamos y en lo que somos, en lo que eramos para el resto y lo que somos, dos caminos se cruzan y otros dos permanecen paralelos, el desengaño y la realidad, el tratar de ver lo que hay y no lo que uno cree que hay o le hacen ver, en afianzar todas las ideas que rondan mi cabeza cuando pienso y pasen a ser sólidas.

miércoles, abril 05, 2006

37

Vidas que empiezan y que acaban, días lluviosos y de pleno sol, una sonrisa y unas cuantas lágrimas, olvidar y volver a recordar, un agujero en el estómago y la fuerza para seguir adelante. Cosas que no se pueden remediar, una muerte, lo físico se convierte en recuerdo, y el recuerdo en puñales que te desgarran por dentro.
Silencio y los primeros grillos suenan de fondo, el aire pasando entre las ramas de los árboles y la oscuridad de una noche primaveral en la que se aventura a mostrarse alguna estrella despistada. De nuevo la mañana, el desayuno y el coche, de nuevo el camino a la autónoma y en unos minutos en el cielo.
La mirada fija en una imagen que se va gravando en tu mente de forma irrevocable e inevitable, las piernas sin fuerza y nada que decir, nada que pensar, nada que podamos cambiar. El tiempo nos va arrebatando las victorias logradas para formar parte del recuerdo, que no de el olvido, porque cuando lo recordado pesa lo suficiente ni siquiera el tiempo te permite olvidar. De nuevo la duda de si te escuchará o ha desaparecido para siempre, si podrás decirle esas palabras que tenías pensadas o ya no habrá más tregua, sin palabras que entender ni nada nuevo que aportar. Sólo queda el vacío de todo aquello que fue y que seguirá siendo en nuestro interior, pero nada físico, orejas invisibles y palabras imaginadas.
Salir a la calle y no notar el frío, dolor que no duele y un ambiente cargado, compromisos y numerosas caras que hacía tiempo que no veías, mantener la compostura y pasar el trago, eso es lo que tuve que hacer, y en la situación que nos encontramos ante una pérdida de este tipo. Inesperada, repentina y desgarradora.