Desde el rompe olas me acuerdo de ti…
Llevo días tratando de escribir sin que me convenza el resultado, es difícil expresarse cuando no se tienen las cosas claras y cuando tienes que tener en cuenta la repercusión que tus palabras pueden tener en los demás. Hace no mucho hablaba sobre la expresión sin límites, sin barreras, hoy pongo en duda mis propias palabras.
Después de borradores con alusiones al pasado, al presente, incluso al futuro creo que las primeras palabras que aquí aparezcan tienen que vagar por otras tierras, tierras de nadie, en las que al avanzar no se vuelva siempre al mismo punto, en las que el horizonte sea siempre el punto de referencia y el sol no dañe los ojos al mirar hacia delante.
Esta mañana el despertador sonaba algo más tarde de lo habitual, en un intento de retrasarlo 5 minutos lo apagaba y seguía soñando… últimamente lo hago a menudo. A las 7:55 me despertaba sobresaltada con la certeza de que llegaría tarde a Goya, por suerte no ha sido así. Soy esa clase de personas que suele buscar un porqué a las cosas, quizá porque necesite darlas algún sentido, y quizá el motivo de quedarme dormida haya sido el de no sentir un vacío interior al ver pasar los minutos de desayunos en vips, de reírnos de todo sin reírnos de nada, de calentar mis manos en bolsillos ajenos y de hacer de rabiar…
El día empezaba tranquilo, con música de fondo y números de frente, despacio, para disfrutar del poco tiempo que puedo hacer mío, en el que tienen cabida los pensamientos, los recuerdos, las risas y por supuesto, la música.
Una visita a la hora de comer que me recordaba los comienzos de esta travesía, cuando llegar a la autónoma por las mañanas todavía no tenía nada de familiar, cuando las ciencias económicas eran todavía un misterio y cooperación un programa del que no sabíamos prácticamente nada pero sonaba bien… Mis inicios en el mus dentro y fuera de la universidad, mis primeras horas de estudio, mi primera y última estancia en una academia y mis primeros agobios, el principio de algo que ha sufrido tantos cambios que se difumina en el pasado quedando únicamente una amistad y buenos recuerdos.
Dos años después las relaciones son más puras e intensas, más constantes y espero, más transcendentales.
Dos meses me separan del módulo VII, de los cafés y los risketos, de los folios blancos y la comida de casa, las siestas y las tardes propias, en las que antes la biblioteca de ciencias era algo por descubrir y una extraña fuerza tiraba de mi hacia ella. Horas de poco estudio y mucha curiosidad. Ahora la curiosidad se transforma en conocimiento y en dos meses el estudio no sé.
Ayer por la noche una llamada tardía confirmaba unos pensamientos viejos que no se deben generalizar, aunque el tiempo me da la razón y es que el tiempo es el culpable de esos pensamientos, que juega en nuestra contra incluso en los mejores momentos en los que la ilusión está presente y sólo tienes que perder… yo no creo que fuera por capricho sino por naturaleza, necesidad.
Ojos cerrado y el sueño por llegar, por la mañana labios hinchados y ojeras marcadas, cojo el coche y suenan todas esas cosas que no se ven…
Después de borradores con alusiones al pasado, al presente, incluso al futuro creo que las primeras palabras que aquí aparezcan tienen que vagar por otras tierras, tierras de nadie, en las que al avanzar no se vuelva siempre al mismo punto, en las que el horizonte sea siempre el punto de referencia y el sol no dañe los ojos al mirar hacia delante.
Esta mañana el despertador sonaba algo más tarde de lo habitual, en un intento de retrasarlo 5 minutos lo apagaba y seguía soñando… últimamente lo hago a menudo. A las 7:55 me despertaba sobresaltada con la certeza de que llegaría tarde a Goya, por suerte no ha sido así. Soy esa clase de personas que suele buscar un porqué a las cosas, quizá porque necesite darlas algún sentido, y quizá el motivo de quedarme dormida haya sido el de no sentir un vacío interior al ver pasar los minutos de desayunos en vips, de reírnos de todo sin reírnos de nada, de calentar mis manos en bolsillos ajenos y de hacer de rabiar…
El día empezaba tranquilo, con música de fondo y números de frente, despacio, para disfrutar del poco tiempo que puedo hacer mío, en el que tienen cabida los pensamientos, los recuerdos, las risas y por supuesto, la música.
Una visita a la hora de comer que me recordaba los comienzos de esta travesía, cuando llegar a la autónoma por las mañanas todavía no tenía nada de familiar, cuando las ciencias económicas eran todavía un misterio y cooperación un programa del que no sabíamos prácticamente nada pero sonaba bien… Mis inicios en el mus dentro y fuera de la universidad, mis primeras horas de estudio, mi primera y última estancia en una academia y mis primeros agobios, el principio de algo que ha sufrido tantos cambios que se difumina en el pasado quedando únicamente una amistad y buenos recuerdos.
Dos años después las relaciones son más puras e intensas, más constantes y espero, más transcendentales.
Dos meses me separan del módulo VII, de los cafés y los risketos, de los folios blancos y la comida de casa, las siestas y las tardes propias, en las que antes la biblioteca de ciencias era algo por descubrir y una extraña fuerza tiraba de mi hacia ella. Horas de poco estudio y mucha curiosidad. Ahora la curiosidad se transforma en conocimiento y en dos meses el estudio no sé.
Ayer por la noche una llamada tardía confirmaba unos pensamientos viejos que no se deben generalizar, aunque el tiempo me da la razón y es que el tiempo es el culpable de esos pensamientos, que juega en nuestra contra incluso en los mejores momentos en los que la ilusión está presente y sólo tienes que perder… yo no creo que fuera por capricho sino por naturaleza, necesidad.
Ojos cerrado y el sueño por llegar, por la mañana labios hinchados y ojeras marcadas, cojo el coche y suenan todas esas cosas que no se ven…
