miércoles, marzo 08, 2006

¿ Tempestad o calma?


Un día más, una jornada más, 70 memorias más, de nuevo la cara de Borja, Jordi, María, Lourdes, Pino… de nuevo Torre Picasso, la música, las horas robadas y las propias, el café y las galletas.
La mente fija en un punto, el viernes, sin familia, sin trabajo, sin preocupaciones más que las innecesarias, las que duran poco. Ampliando un poco el punto de mira la mente fija en la UAM, en la biblioteca, los bolis de colores, el atril, las siestas, los frapuccinos, mis amigos y mis compañeros, Capapé, Luisillo, Chio!...y ¡pos vaya puta mierda! Me das un besito???
Cada día este pensamiento se expande más entre los cooperantes, ayer varias personas de ADE me comentaban las ganas que tenían de terminar la prácticas, de volver a clase, de disponer de su tiempo y de salir de esta espiral… otros tiran la toalla antes de llegar a la meta, o por lo menos lo intentan… ¿qué sentido tiene empezar algo que no eres capaz de terminar? Para acabar con un mal sabor de boca, el sentimiento de derrota, siendo un “vencido”, agachar la cabeza… carece de todo sentido, aunque en ocasiones flojeamos y nos dejamos caer, quizá porque es más fácil que sujetar las piernas o quizá porque las piernas no tienen la suficiente fuerza para mantenernos firmes…
El día empieza más pronto y termina cada día más tarde, el sol se deja ver aunque el frío sigue presente, tratando de quitar fuerza a los rayos solares… por primera vez en dos meses he cogido mis guantes, hoy, cuando no los he podido utilizar.. los días de frío invernal se quedaban en el olvido, quizá porque no los necesitaba o quizá porque en el fondo me gusta la frialdad de mis manos y lo que ello conlleva.
Por fin me he reencontrado conmigo misma, llevo tiempo sintiéndolo pero ahora más que nunca, con algunos matices, positivos, creo, pero aquí estoy con ganas de todo y de nada, contenta y melancólica, con caras largas en casa por frecuentarla poco entre semana y con admiración por la meta conseguida, con 6 kilos más y bastante más pelo que me hace parecer un champiñón… aunque de forma cariñosa. He descubierto que me gustan los cuellos, aunque no todos, que mi hermana María es más hermética de lo que pensaba y que Kiki nunca cambiará…
Espero que suene el teléfono y con él nuevas ocupaciones y evasiones, de la rutina, del trabajo y de pensar. Escribo mis últimas palabras y empieza a sonar “The Blowers Daughter” ¿casualidad? No creo en ella…

“A mitad de camino, una mano buscó la suya y su soledad se desvaneció en un apretón silencioso, prolongado, intenso, que le dio cabida en la comunidad de los vencidos. Tras la mano, una mirada. Otras miradas, otros ojos enrojecidos por la debilidad y el llanto sofocado. Perdoname, dijo, y se zambulló en aquel tumulto de cuerpos desolados”.